Primeros días a solas con la diabetes



Realmente no tenía ganas de que me dieran el alta. Con mis dos primeras hipoglucemias "a la espalda" en las últimas 12 horas me daba un poco de vértigo irme a casa y dejar la seguridad de la clínica. 

El día anterior al alta la doctora me explicó la dieta que debía seguir en casa, como pincharme la insulina y como debían ponerme el glucagón en caso de necesidad. Esto último me tenía bastante asustada. También me dio el glucómetro y empecé a hacerme los controles de glucosa. 

Lo peor fue la mañana del alta. En el hospital me daban insulina rápida en cada comida y lenta por la noche. Sin previo aviso la doctora me informa de un drástico cambio en la medicación. Me aumentaba mucho la insulina lenta porque ya no me pincharía rápida en cada comida, duplicaba la dosis de metformina, añadía otra pastilla diaria para bajar el azúcar y también un inyectable semanal. 

Se me cayó el mundo encima. Seguía con el miedo en el cuerpo por las hipoglucemias ya que  los síntomas son muy parecidos a una crisis de ansiedad y esto me confundía. De hecho, la tarde anterior pensé que tenía ansiedad. Me desapareció al traerme la merienda y cuando me miraron la glucosa antes de la cena estaba bastante baja, por lo que deducimos que lo que tuve antes de merendar había sido una hipoglucemia. De noche me desperté con los mismos síntomas y estaba por debajo de 70. 

Imaginad mi cabeza pensando en tanta medicina nueva. UFFFFF 

Al final mi hermana (que por suerte es farmacéutica) me dijo que fuéramos poco a poco. La primera semana tomé los medicamentos que ya tomaba en la clínica con las nuevas dosis. Tuve varias hipoglucemias y ajusté la dosis de insulina. La segunda semana añadí la pastilla nueva para bajar el azúcar. Nuevamente hipoglucemias y reajuste de la insulina. Aquí tuve control con la doctora a la que no le hizo gracia que no siguiera al pie de la letra sus indicaciones... pero cuando vio los niveles de insulina en la "cartilla" tuvo que callar. 

Finalmente y después de la primera visita en consulta completé la medicación preescrita con el inyectable semanal. Otra vez a reajustar la insulina, por supuesto. Después de añadir toda la medicación la dosis de insulina había bajado a la mitad. 

Soy consciente que no soy la mejor paciente del mundo. Soy una cobarde (por suerte no para las agujas) pero si para tomarme medicamentos nuevos. En este momento hubiera agradecido mucho un poco más de empatía por parte de mi doctora. Menos mal que tenía a mi hermana que podía resolver todas mis dudas. 

Otra cosa flipante fue la cuenta de la farmacia.... 300 euros en medicamentos, lancetas, agujas... El farmacéutico, amigo de toda la vida, me decía ... 'es que me da cosa tenerte que cobrar todo esto'. Todo porque a mi doctora no se le ocurrió que saliendo en sábado de la clínica no podría ir a la seguridad social a por las recetas. Simplemente con que me las hubiera dado el viernes ya hubiera podido enviar a alguien. Por suerte, el lunes fui a la seguridad social y cuando llevé las recetas a la farmacia me reembolsaron el dinero. Pero creo que deberían prever algo así, porque no todo el mundo está preparado para un desembolso de ese importe aunque luego se lo devuelvan. 

Así fueron mis primeros días... incertidumbre sería la palabra. 







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